¡Hola, amada! En esta ocasión, quiero hablarte de la escucha activa, pero no tanto como una herramienta de comunicación efectiva. Mejor que eso, me gustaría que entendieras esta cualidad como una puerta de acceso al equilibrio interior entre dos fuerzas fundamentales que todos llevamos dentro: la energía femenina y la energía masculina.
Tradicionalmente, cuando hablamos de género o de naturaleza humana, tendemos a pensar en términos binarios, vinculados al sexo biológico. Sin embargo, existe una perspectiva más rica y profunda: la del equilibrio energético. Todos, independientemente de nuestra identidad o rol, albergamos tanto energía femenina como masculina. La primera suele estar asociada a cualidades como la receptividad, la intuición, la empatía; la segunda, al enfoque, la acción, la dirección. No son opuestas ni excluyentes, sino complementarias. Y saber integrarlas es clave para relacionarnos mejor con nosotras mismas y con los demás.
En este particular, la escucha activa, además de mejorar la comunicación, armoniza nuestro universo interno, permitiéndonos conectar desde un lugar más auténtico, consciente y equilibrado.
¿Qué es realmente la escucha activa?
En realidad, escuchar activamente no es simplemente oír lo que otra persona dice. Es una actitud, una disposición interior que implica atención plena, mente abierta y corazón presente. Significa estar disponibles, sin interrupciones mentales ni juicios anticipados, para recibir el mensaje completo del otro: sus palabras, sus emociones, sus silencios.
En síntesis, el concepto de escucha activa fue popularizado en los años 50 por los psicólogos Carl Rogers y Richard E. Farson. Paralelamente, ellos mismos destacaron tres componentes esenciales de esta habilidad: escuchar con atención real, demostrar que se ha comprendido, y responder de manera adecuada. Dicho así, puede parecer sencillo; pero en la práctica requiere entrenamiento y compromiso.
En este sentido, escuchar activamente es un acto profundo de presencia. Y en esa presencia, nuestras energías internas comienzan a dialogar entre sí.
Las energías femenina y masculina en acción
Como dijimos, la escucha activa es el espacio ideal donde estas dos energías -femenina y masculina- pueden encontrarse y complementarse. La energía femenina aporta la capacidad de lograr conexión emocional, de empatizar, de recibir sin juzgar. Es la parte de nosotros que sabe esperar, que no necesita tener todas las respuestas de inmediato, que da espacio al otro para expresarse libremente. Por eso, cuando escuchamos con verdadera atención, estamos activando esta dimensión.
Pero no basta solo con receptividad. También hace falta estructura, claridad, dirección. Y aquí comienza el turno de la energía masculina, que nos ayuda a mantener el enfoque, a sostener el diálogo sin perdernos, a elaborar una respuesta coherente y respetuosa. Es la fuerza que nos lleva a actuar sobre lo que hemos comprendido, a transformar la escucha en acciones concretas.
Cuando ambas energías cooperan, la comunicación se convierte en un arte consciente. Ya no se trata de “ganar” una conversación ni de imponer un punto de vista, sino de crear un puente real con el otro.
Si quieres ampliar sobre este tema te invito a leer mi post Reconociendo y honrando las cualidades femeninas y masculinas en ti: cómo potenciar tu autenticidad y plenitud.
Los beneficios de escuchar de verdad
Practicar la escucha activa desde este enfoque dual trae beneficios tangibles en todos los ámbitos de la vida. En lo personal, fortalece los vínculos, ya que quien se siente escuchado se siente valorado. En lo profesional, mejora el trabajo en equipo y la toma de decisiones, ya que reduce los malentendidos y facilita el consenso. Y en lo emocional, nos permite desarrollar una empatía más profunda y una inteligencia relacional más afinada.
Además, escuchar activamente ayuda a desactivar conflictos, porque cuando las personas sienten que sus emociones y preocupaciones son tenidas en cuenta, se abre espacio para el diálogo en lugar del enfrentamiento. De igual manera, potencia la productividad, ya que una comunicación clara y sin ruido mental evita errores y mejora el flujo de información.
Pero quizá lo más importante sea esto: escuchar activamente nos ayuda a escucharnos a nosotras mismas. En ese ejercicio de atención hacia fuera, también aprendemos a reconocer lo que se mueve dentro. Y es ahí donde florece la verdadera conexión, cuando logramos que nuestras fuerzas internas —lo femenino y lo masculino— dejen de competir y comiencen a cooperar.
Escucha activa: puente entre intuición y acción
¿Te das cuenta? La escucha activa es una herramienta poderosa que nos permite equilibrar las dos energías de las que hablamos dentro del acto comunicativo. Escuchar activamente implica abrirnos al otro desde un lugar de presencia total, donde no solo oímos las palabras, sino que también captamos lo que hay detrás de ellas: emociones, intenciones, necesidades.
Esta práctica conecta directamente con la energía femenina, porque nos exige estar receptivos, atentos y empáticos. Aun así, también requiere de la energía masculina para responder con asertividad, establecer acuerdos, tomar decisiones conjuntas o proponer soluciones.
De este modo, la escucha activa se convierte en un acto de equilibrio constante: por un lado, acoger al otro sin filtros; por otro, expresarnos con claridad y firmeza cuando sea necesario.
El arte del equilibrio: trabajo y autocuidado
En la rutina diaria, muchas personas se sienten desbordadas porque priorizan una de estas energías por encima de la otra. Por ejemplo, quienes se centran únicamente en el hacer —en la productividad, en los resultados, en la acción sin pausa— pueden terminar agotados, desconectados emocionalmente o incluso confundidos respecto a sus propios deseos. Es un exceso de energía masculina.
En cambio, quienes se refugian demasiado en la introspección, la espera o la sensibilidad, pueden estancarse o perder oportunidades por miedo a dar pasos firmes. Es un desequilibrio hacia lo femenino.
En este punto, la clave está en buscar un ritmo donde ambas energías se respeten y se den espacio mutuamente. Dedicar tiempo tanto al trabajo como al descanso; escuchar a los demás con empatía, pero también tener el valor de decir lo que necesitamos; permitirnos sentir, pero también actuar.
Técnicas para una escucha activa más consciente
Desarrollar esta habilidad requiere intención y práctica. A continuación, te comparto algunas estrategias concretas que pueden ayudarte a mejorarla:
- Contacto visual genuino: mirar a los ojos al otro sin invadir ni intimidar, como señal de presencia y respeto.
- Lenguaje corporal abierto: un gesto de asentimiento, una sonrisa ligera, una postura relajada… todo eso transmite atención y acogida. ¡Aunque no lo creas, la comunicación no verbal dice más que las palabras!
- Silencio respetuoso: aprender a no interrumpir, a dejar que el otro se exprese completamente antes de intervenir.
- Parafrasear con empatía: repetir con tus propias palabras lo que entendiste, validando lo que el otro compartió y dejando espacio para aclaraciones.
- Preguntar con intención: usar preguntas abiertas que inviten a explorar más allá de la superficie, sin juzgar ni asumir.
- Conectar emocionalmente: demostrar que entendemos no solo el contenido, sino también el sentir del otro.
Escuchar con el corazón y responder con asertividad
Aparte de mejorar nuestras conversaciones, la escucha activa transforma la calidad de nuestras relaciones. Escuchar con el corazón y hablar desde un lugar de autenticidad puede marcar la diferencia entre una relación superficial y una conexión real.
En un conflicto, por ejemplo, dar espacio a la energía femenina nos permite acoger el dolor o el malestar del otro sin reaccionar de inmediato. Luego, desde la energía masculina, podemos expresar nuestras propias emociones y necesidades de forma clara y respetuosa.
Así, la comunicación deja de ser un intercambio de palabras para convertirse en un espacio donde ambos se sienten vistos, escuchados y valorados. Cultivar esta danza interna entre lo receptivo y lo expresivo, entre lo sensible y lo estructurado, es el verdadero arte de la comunicación consciente.
Desde esta perspectiva, la escucha activa no es solo una técnica: es una invitación a vivir con mayor presencia, equilibrio y compasión. Para finalizar, deseo, desde el fondo de mi alma, que estas sencillas palabras resuenen contigo, mi querida lectora. ¡Gracias por leer este post! Te dejo mi IG: @alba_streich, para que me contactes y me plantees cualquier inquietud. Recibe mi abrazo. Alba.