Desgraciadamente, muchas mujeres sienten ansiedad, tensión o tristeza cuando miran su cuerpo desnudo. Esto sucede porque hemos aprendido a evaluar nuestros cuerpos comparándolos con ideales de belleza inalcanzables. A un cuerpo juzgado y criticado le cuesta mucho más sentir placer que a un cuerpo amado y apreciado.
Así que hoy, vamos a tomarnos unas vacaciones de la crítica corporal y a reconciliarnos con cada parte de él, con el siguiente ejercicio.
Activa tu mirada femenina, la que te permite ver desde el corazón, y las cualidades de la ternura.
Haz un mapeo de tu cuerpo, recorriéndolo con tu mirada zona por zona, empezando por la parte más alta.
Transforma el juicio en agradecimiento.
Cuando tengas un pensamiento juicioso sobre alguna parte de tu cuerpo, como «mis brazos están flácidos», obsérvalo y genera un pensamiento de valor y gratitud hacia esa parte de tu cuerpo y su función.
Por ejemplo, agradece a tus brazos el gran trabajo que hacen cuando crean algo, escriben o abrazan.
Escribe en tu libreta:
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